En Tucumán, se practica skateboarding desde mediados de los ‘90,
Chicos como Ian, Curly, Malcon, Patas, Turko (apodos con los que se los
conoce), entre otros, comenzaron a darle forma de disciplina a algo que empezó
como un hobby. En ese entonces, la cantidad de skaters en el “Jardín de la
República” era escasa y patinaban, principalmente, en la Plaza Urquiza, un
lugar habitual e ideal para ellos, debido a los obstáculos que tiene. Las
barandas, las escaleras, bordes y el piso son algunos de los elementos que
estos artistas de las acrobacias sobre la patineta, adoran encontrar.

No obstante, existían otras plazas donde
también se podía andar pero la municipalidad no aceptaba esto por el desgaste
que causa en los paseos públicos. Vale aclarar que en la actualidad sucede lo
mismo, sólo que ahora es más aceptado por el aumento del número de skaters.
Por la pasión que le ponía el grupo de
jóvenes es que necesitaban fundamentalmente una pista de skate para seguir
creciendo. Así se fundó el primer y único skatepark privado que existe en la
ciudad de San Miguel de Tucumán llamado “Doc”, al cual empezaron a asistir
practicantes del deporte que buscaban poder patinar en rampas y superficies
creadas para el skate. Éstos también anhelaban perfeccionarse para poder llegar
a hacer campeonatos y quitar esa errónea idea de que “sólo son chicos que
patinan y se caen” porque, en realidad, el skateboarding llegó a ser mucho más
que eso: es un estilo de vida con una expresión muy libre y llena de
sensaciones donde no existen horarios ni entrenadores, sólo son ellos y sus
tablas.
El skateboarding, hoy en día, ha ganado tanto terreno por tener
un protagonismo determinante en el mercado, gracias a los accesorios para
skate, el merchandasing (camisetas, gorras, zapatillas, etc.) de las
principales marcas de skateboard. Y por esa razón, muchas veces es considerado
una simple moda por muchas personas.
Sin
embargo, los skaters ven en el skateboarding una cultura y estilo de vida, del
que cualquiera, sin distinción de sexo, raza o religión, puede formar parte.
Generalmente, los skaters patinan por mucho tiempo a lo largo de su vida, no es
algo pasajero, como lo son las modas. Y además, se forman fuertes lazos de
amistad o compañerismo entre las personas que patinan. Desarrollan principios
como el de la solidaridad, al ayudarse entre sí, ya sea
aconsejando o enseñándose técnicas, como regalándose partes necesarias de las
tablas o éstas mismas.
Varones y mujeres de 10 a más de 30 años se juntan por el placer
que sienten y la constancia que tienen para autosuperarse en la práctica.
Describen la mentalidad del skater como abierta respecto a las preferencias por
gustos musicales, vestimenta o ideologías y encuentran el punto en común en las
ganas de patinar.
Ser skaters (según ellos) cambia la manera
de ver la vida. Se empiezan a detener a observar algunas cosas en las que antes
no reparaban: pisos, veredas, escaleras… Buscando algo que pueda resultar un
obstáculo o un desafío para enfrentar. Hay toda una vida, profesional
inclusive, en torno al skate.
Resistencia
Social.
Según los
skaters, la gente cree que son rebeldes, que pelean con todo el mundo y que son
unos descarrilados o violentos. Sin embargo, no son así y la mayoría de los que
patinan hace muchos años y ya son adultos, se recibió.
Los
transeúntes de las plazas en las que suelen patinar (la Plaza Urquiza e
Independencia, por ejemplo) los evita e incluso les reclama que rompen los
bancos pero estos sólo se desgastan por el uso que los skaters les dan.
Y no son
sólo los que transitan por las plazas los que reniegan del hábito del skate,
sino que los padres de la mayor cantidad de skaters no estaban de acuerdo, en
un principio, con que practicaran ese deporte. También quizás por el miedo a
que se lastimaran o sufrieran de esguinces o quebraduras.
Me gustó leer esta reseña del skateboarding en S. M. de Tucumán.
ResponderEliminarGracias,
Turco : )
muy buen estilo felicidades
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